Historia: Pasado.
Nació en el plano celestial ocupando el cargo de unos de los miembros de la décima orden de ángeles, siendo estos los Grimori (los vigilantes o los que no duermen). Esta orden estaba encargada de cuidar de la humanidad, pero los dioses, no entendiendo determinadas conductas de los humanos, quisieron abandonarlos a su suerte, algo que aquella orden de ángeles no entendió.
Fue entonces cuando se originó una revuelta, siendo la décima orden derrocada y enviada a lo más profundo de las tinieblas.
Allí, Draezrael se convirtió en un demonio, aunque no varió su apariencia en demasía. Sólo un par de sus seis alas se tornaron negras. También aparecieron aquellos cuernos, aunque estos no afeaban la estética del antiguo Serafín.
Allí pasó tiempo recluido, aprendiendo nuevos conocimientos para poder derrotar a los dioses, ya que se prometió aquello como venganza.
Sin embargo, los seres humanos ignorantes siguieron adorando a aquellas deidades que para nada iban a escucharles y mucho menos protegerlos, haciendo a los demonios quedar como seres temidos y malvados para ellos, algo que les hizo debilitarse poco a poco.
Pese a que su propósito era aprender cosas que le sirvieran en un futuro, Draezeael comenzó a aburrirse. Después de todo, no había mucho más que hacer en el gélido averno.
Entonces decidió observar el mundo humano. Quizá encontrase algún lugar interesante donde poder ir.
En un principio, sólo venía humanos idiotas que adoraban a los dioses y quemaban a los humanos que no eran especialmente sociales, los cuales eran catalogados como brujos o brujas por tener contacto con la naturaleza, teniendo altos conocimientos sobre la misma.
Esto, honestamente, a Draezrael le asqueaba en demasía. Encima ponían a los demonios como los causantes de esto. Ellos no conocían al humano asocial que ardía en la hoguera siquiera (porque no era su interés). Además de considerar aquello algo injusto. Seguramente, aquel humano merecía vivir mucho más que todos aquellos impertinentes adoradores de dioses. Al menos no era el ignorante del pueblo.
No parecía ver nada que satisficiese sus necesidades. Así que se dedicó a adquirir conocimientos sobre invocación y lucha sin tener que mover más que las manos. No tenía intención de mancharse las mismas, físicamente hablando.
Debido a sus amplios conocimientos, no le fue difícil poder leer los libros mágicos, aprendiendo rápido el arte de la invocación.
Entonces volvió a mirar a los humanos, hallando un lugar donde no sólo había humanos, sino diferentes clases de seres conviviendo todos juntos.
Fue así como Draezrael salió del infierno para ir a Nirvana, el lugar donde podría vivir con aquellos seres con los que poder combatir y tener una convivencia óptima. Al menos, a su escrutinio, sería divertido, ya que el averno era el lugar más aburrido del mundo.
En Nirvana, pese a que empezó siendo alguien desagradable, Draezrael logró forjar buenos vínculos. Hizo grandes amistades a las que recuerda con mucho cariño. Además, encajaba bien. Realmente, fue feliz. Una lástima que el desgraciado de Nihilus lo sacara de allí a traición y lo enviara a Yggdrasil.
Tras su estancia en Nirvana, estuvo em Yhgdrassil. Allí ayudó, básicamente, a Zelael. No hizo mucho más y no hizo grandes amistades. Tiene un recuerdo vago del lugar en sí.
Luego estuvo en Dystopia. Le fue bastante mejor que en Yggdrasil, pero no tan bien como en Nirvana. Pero al menos, conoció a personas maravillosas. Realmente, no puede sentirse más agradecido por esto. Y de no ser porque acabó "muriendo", se habría quedado en ese lugar. Pero bueno, su vida pasada acabó aquí. Nada que quisiera olvidar. Pero pof desgracia, juztamente eso ha sucedido...